En nuestro país, así como en algunos otros, el 4 de septiembre se festeja el día de la secretaria que tiene al menos dos orígenes y varios posibles análisis posteriores.
En primer lugar, se dice que durante la segunda etapa de la Revolución Industrial un hombre llamado Christopher Sholes inventó la máquina de escribir y una mujer, su hija, fue una de las primeras en usarla eficazmente. Así, aunque esto no está comprobado, podría haber nacido la primera vinculación entre la dactilografía y las mujeres. Otra posibilidad respecto del nacimiento de esta fecha refiere a que en 1952 en Estados Unidos fue organizado el festejo anual por la Asociación Nacional de Secretarias como la “Semana Nacional de las secretarias” creado por un conjunto de ejecutivos de relaciones públicas y un consorcio de fabricantes de productos de oficina.
Pero, sea cual fuere el nacimiento de este día, lo cierto es que nació y hoy se reconoce como “el día de la secretaria”, es decir con un fuerte sesgo feminizado.
Y esto es así porque la gran mayoría de las personas que ejercen este trabajo son mujeres. En el trabajo titulado “Dactilógrafas y secretarias perfectas: el proceso de feminización de los empleos administrativos (Buenos Aires, 1920-1950), Graciela Queirolo desarrolla un análisis sobre estas ocupaciones. Del recorrido que hace respecto de los censos y sus formas de análisis nos parece interesante remarcar algunos puntos. En primer lugar allá en 1914 según los datos estadísticos el sector privado demandó una mayor cantidad de empleades que el sector público donde la mayoría de los puestos era, igualmente, ocupado por varones. Las mujeres mantuvieron un lugar minoritario respecto de los varones por las características socialmente atribuidas, básicamente por ser una actividad que debía ser excepcional por ser contraria a sus responsabilidades domésticas y maternales. En segundo lugar que a medida que fue creciendo el sector burocrático fue también creciendo la participación de las mujeres en el sector administrativo (período analizado 1914 – 1947). Ese incremento dio como resultado el proceso de feminización del sector administrativo. Ahora bien, esto no significó que las mujeres, en esa expansión dejaran a un lado el incremento de los puestos ocupados por varones. La cuestión está en la división genérica de las tareas dentro de la oficina. Es decir que, el sector burocrático se expandía dentro de las oficinas con ciertas características específicas: las tareas contables quedaron en manos de los varones y las tareas de papeleo quedaron, junto a la producción y almacenamiento de documentos, ligadas a las mujeres.
Pero lo que más nos interesa en este análisis es ¿por qué se asocia a las mujeres con las tareas de una secretaria?
No nos equivocaremos si pensamos en primer lugar en que las mujeres llevan todo en su cabeza, es decir, todas las tareas de cuidado –tanto de les hijes como de les adultes- están en su “agenda” y tiene que organizar su día con base a todas estas obligaciones. Podemos decir también que es una tarea que les “viene bien” a las mujeres porque no necesita implementar el uso de la fuerza, sino más bien, un trabajo de organización. Luego, las mujeres son más delicadas, no solamente para expresarse corporalmente –lo que podría ser bueno frente a terceros o clientes- sino que también esto colabora con la delicadeza que necesitaba la tarea de escribir a máquina, a la que obviamente se le suma el tamaño de sus manos y dedos (motricidad fina). Finalmente, lo más importante, la relación de jerarquía entre “el jefe” y “la secretaria”. Es decir, todo esto que venimos analizando se encuadra en las relaciones patriarcales, relaciones jerárquicas. Estas relaciones jerárquicas se manifiestan a través de los roles que las personas tienen (impuestas por el patriarcado) en la sociedad. Así, el varón tiene una jerarquía mayor que la mujer, y esta se subordina al primero. De este modo, se replica en el mundo laboral la típica relación entre un puesto de jefatura y uno de menor jerarquía, es decir, quién da las órdenes y paga un salario. Los primeros suelen ser ocupados por varones, y los segundos por mujeres. Este concepto es altamente patriarcal si le sumamos la vinculación que esto puede tener al matrimonio. El matrimonio –entendido como una institución de la cultura patriarcal- se compone de un varón que provee de bienes y dinero a la familia y el que por lo tanto da las órdenes y de la mujer que acata órdenes y administra el dinero familiar. A esto tenemos que sumarle lo que mencionábamos antes respecto de las tareas de cuidado obligatorias para las mujeres, más aspectos como la “armonía” que una mujer trae al hogar. ¿Suena parecido a los roles estereotipados de género, no?
Las profesiones feminizadas son justamente eso, la incorporación de las mujeres a ciertos puestos de trabajo por el estereotipo de género impuesto.
¿Con esto queremos decir que el trabajo que realiza una secretaria no tiene ningún valor? No, muy por el contrario, estamos diciendo que es una profesión que necesita de mucho esfuerzo intelectual y personal pero que no por ello deja de estar encuadrada en una de las profesiones más feminizadas dentro del patriarcado.
Dejaremos para otra oportunidad un detalle no menor, en estas relaciones interpersonales de subordinación dentro del ámbito laboral existe solapada otra realidad. La diferencia salarial que tienen los varones y las mujeres, como consecuencia de toda esta dinámica de inclusión en el mercado de trabajo.
Es por ello que si compartimos espacios con secretarias además de regalarle algo en su día podríamos preguntarle ¿qué pensás de las tareas que tenés asignadas por tu función, cambiarías algo?
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